Sembradores del odio entre las gentes
están proliferando en todas partes
con propósitos claros y evidentes
de emplear para hacerlo malas artes.
Cuando no son calumnias y amenazas
son verdades a medias en los medios,
que suelen pergeñar cuatro bocazas,
para a lo limpio someter a asedios.
Vociferan soeces expresiones
intimidando a muchos timoratos,
que bajan sin dudar sus pantalones
por miedo a sus presuntos arrebatos.
Para mayor escarnio a su maldad
la pusieron de nombre libertad.