Quisiera un rinconcito para amarte
no importa lo pequeño ni lejano;
allí te llevaría de la mano
donde sólo pudiera yo encontrarte.
No importa donde fuera, en cualquier parte,
que al ser nuestro sería soberano
y lejos de este mundo, como arcano,
tal sólo de los dos; punto y aparte.
El tiempo quedaría interrumpido
y sólo en nuestra mente un pensamiento
nada de emparentado a lo vivido:
poner en el amor todo el acento,
para así lo enviado y recibido
nos cubriera a los dos ciento por ciento.