Todas las veces que te digo: ven,
siempre respondes con un seco ¡Adiós¡y uno tras otro vamos así en pos
creyendo que uno gana, ¿pero quién?
Se ve que eres muy y terca y yo también
y tengo la sospecha de que Dios
pretende que se encienda entre los dos
algo extraño que acabe en parabién.
Yo te doy la de cal, tú la de arena
y hay otras veces que al revés sucede,
por lo que en tal momento se nos frena
algo la euforia y en su puesto accede
algún atisbo de amargura y pena,
pero no lo dejamos que se quede.