De aquella juventud tan aparente
te quedan muchos posos todavía,
por más que te saliera alguna estría
sobre la superficie de tu frente.
Te queda lo tenaz y lo valiente
y conservas aquella simpatía,
aquel saber estar y la empatía
con la que cautivabas a la gente.
También fuiste seguro referente
a causa de la enorme bonhomía
que mostrabas con todo ser viviente,
la misma que prodigas hoy en día,
por seguir siendo el máximo exponente
de una dama de gran categoría.