Siento a mi corazón que se desboca
al pensar de tu cuerpo la hermosura
y en el dulce sabor de esa miel pura
que sale en torrentera de tu boca.
A llenarla de besos me convoca
hasta darme con ellos esa hartura
que en mis sueños el alma me procura
y aunque es gran cantidad, se me hace poca.
Es mi obsesión más cara y duradera,
al punto que a tus labios imagino
cercanos y a cualquier hora del día,
como si se encontrasen a la espera
de entregarme ese néctar tan divino
como fue de los dioses la ambrosía.