Me das una de cal y otra de arena
y voy del caño al coro y al contrario,
pura estampa del triste presidiario
que arrastra sin remedio su cadena.
No sé a qué habrá venido esta condena
que me lleva a vivir en un calvario,
por llegarme desdichas en rosario
cargadas de dolor, tristeza y pena.
Cuando más necesito de tu aliento,
en lugar de alegría traes tormento
a mi alma por tu ausencia sin motivo,
haciéndome pensar si habré pecado
por el mucho cariño que te he dado,
aunque sé que de ti poco recibo.