Aquello que sea bueno es porque sí
y no porque un gurú diga tal cosa,
que a veces algo absurdo y baladí
nos lo presenta de color de rosa.
Cuánta bazofia sin valor se ensalza
sólo por intereses más que espurios,
si un progre de postín lo juega al alza
y así aumenta el valor por sus augurios.
Por contra, a alguna obra aunque sea buena
resta el valor que tiene con su crítica
y con cualquier argucia la refrena,
por ser su autor rival en la política.
Lo malo o bueno, pues, nos es impuesto
por gente de carácter deshonesto.