Dichoso aquel que tiene compañía
siempre, en lo malo, regular o bueno,
para poner a lo primero freno
y el resto compartir con alegría.
Es cuanto el ser humano más ansía,
por lo que busca en el calor ajeno
ese resguardo, consiguiendo el pleno
cuando recibe lo que tal quería.
A quien se acerca hasta su dicha aumenta,
menguando al tiempo la desdicha propia
que con la soledad fuera insufrible,
pues en el alma sin piedad se asienta,
y en cantidad lo que es más triste acopia
en una progresión incontenible.
Hagamos lo posible
para que nadie esté sin el abrigo
del calor de la mano de un amigo.