Cuando el amor a nuestra puerta llama
debemos franquearle siempre el paso,
porque si no lo hacemos, el fracaso
sería nuestro triste panorama.
Un lugar en el alma nos reclama
y si no se lo damos, error craso
sería, como igual que un marcapaso
negar a un corazón que por él clama.
Nos entrega placeres abundantes
y nos cambia la vida por completo,
poniendo algunas cosas al revés
de como estaban en nosotros antes,
y parte del pasado, ya obsoleto,
no despierta el más mínimo interés.
Como no hay dos sin tres,
con él vendrá también esa pasión
que llena de ambrosía el corazón.