Claudio de Alas

Claudio de Alas

1886-1919


Claudio de Alas: la verdadera historia del último y único poeta maldito colombiano

1886-1919


Claudio de Alas: la verdadera historia del último y único poeta maldito colombiano

Por Francis Oliverio Recúpero

“Aunque pueda parecer una paradoja (y las paradojas siempre son peligrosas), no por eso es menos cierto que la vida imita al arte mucho más de lo que el arte imita a la vida”—Oscar Wilde, “La decadencia de la mentira”

Por esos pequeños milagros que la vida a veces nos regala, llegó a mis manos un libro llamado “El Cansancio de Claudio de Alas”
Con suma atención me puse a leer sus poesías, y quedé subyugado, maravillado con este poeta colombiano que escribió, hace cien años, versos como éstos:

“Con la santa impudicia de una estatua desnuda
este Libro sonoro, doy al vértigo humano:
fue sentido en la Muerte, el Pecado y la Duda
y con sangre del alma, lo escribí con mi mano”

¿Quién fue Claudio de Alas?

Juan José de Soiza Reilly, compilador testamentario de Jorge Escobar Uribe –tal era el nombre verdadero de de Alas- nos cuenta que el poeta nació a fines del siglo dieciocho en el seno de una familia de la élite colombiana; de adolescente se hizo revolucionario y luego de pelear en guerras civiles abandonó su patria, viviendo en Ecuador, Perú y Chile. Fue en este último país donde alcanzó la fama en los Juegos Florales que ganó Gabriela Mistral con los "Sonetos de la muerte" en 1914, donde obtuvo una mención con un "Salmo de amor" en castellano medieval. Pero él pensaba que “triunfar en Buenos Aires era la gloria más hermosa a que puede aspirar un poeta”, y vino.

“No leáis este libro! –que es satánico y triste-
¡No leáis este Libro! Que el infierno en él zumba-
No leáis este libro –que lloró lo que existe-“

Sin embargo, cuando el compilador conoció al poeta y éste le contó su deseo de triunfar en estas tierras, le advirtió:

—Vea amigo, si usted quiere triunfar, váyase hoy mismo. Huya. Vuele. Aquí nadie triunfa. Aquí sobrevivimos. Nada más.

No le hizo caso nuestro poeta y se dedicó al ejercicio del periodismo con discreto éxito. Un pintor inglés lo alojó en su casona de Bánfield “hasta que encuentres quien te pague mejor” Allí escribía, leía y traducía a su querido Oscar Wilde, y siempre lo acompañaba un viejo perro que vivía con el pintor.

El 5 de marzo de 1918 de Alas se suicidó en la casa de su amigo. Nos cuenta su compilador:

“Los 32 años de edad que tenía le pesaban como si hubiera vivido siempre en la opulencia…Atardecía…Encerróse en su habitación. Lloró sobre estos pobres papeles floridos de versos y escribió tres cartas” Una fue para su hermano, otra para el pintor que lo hospedaba y la última para un amigo a quien le cuenta ese “dolor enorme de sentirse solo ante la vida implacablemente hostil”

Como cumpliendo un extraño pacto de amistad, primero mató al viejo perro que lo había adoptado. Y el segundo balazo fue para él mismo.


En voz baja
Qué garra de tristeza, la que a mi Ser tortura,
Al verme cual un paria de todos olvidado…
Sin unos dulces ojos que miren mi amargura,
Ni besos que reanimen mi espíritu cansado.
La noche me hace muecas como de sepultura,
Cuando me rindo al duelo del hogar alquidado:
Todo es allí egoísta y encierra la pavura
De lo que no nos ama, ni que nos es amado.
No encontrar unos brazos de mujer, que me ciñan,
Ni una boca de fiebre, ni unas divinas ancas…
No escuchar esas frases que arrullen o que riñan!...
¡Oh,Corazón, detente! Porque al latir arrancas
Los hierros del suplicio, que anhelo te constriñan,
Para que no solloces ante unas manos blancas.

Cuando todos pensaban que se había matado por no triunfar en Buenos Aires, su amigo pintor echó luz sobre el final de de Alas:

“¿Sabe usted por qué se mató Claudio?...porque sabía mucho….Se mató porque su cerebro había profundizado la vida y poseía tan hondos conocimientos psicológicos, que se aislaba de la multitud para no hacer notar su diferencia de estatura…Vivía con los libros. Como Oscar Wilde, Claudio no había nacido para las reglas. Había nacido para las excepciones…”

Callada y sigilosamente me asesina
La espantable seguridad
De que yo seré un loco…!
En el terror de mi espíritu camina
Y la Sombra y la Muerte en mí convoco…
La noche me da miedo…Su soledad
Alza mil garras que me estrechan…

Por qué me gusta de Alas

Porque vivió y murió como un auténtico poeta maldito
Porque le gustaba comer, beber y el sexo en una época en que pecado y placer parecían sinónimos ("lo que es interesante no es nunca correcto"
Porque escribió sobre temas escabrosos, desagradables cumpliendo la máxima baudeleriana de “no confundir las buenas costumbres con el arte”
Porque era moreno
Porque poca gente lo recuerda (ni siquiera Wikipedia)
Porque era colombiano
Porque el municipio de Lomas de Zamora (donde quedaba la casa del pintor) decidió homenajearlo poniendo su nombre a una calle oscura y peligrosa como él, detalle que hubiera sido genial de conocer los homenajeadores algo de la vida y la muerte del poeta, en lugar de dedicarle la única callejuela disponible...
Porque nosotros también hemos sentido ese “dolor enorme de sentirse solo ante la vida implacablemente hostil”
¡Porque mezclaba el sexo y el amor con la religión!:


Una historia terrible

Sor Lyrio era una monja de lánguida mirada
con formas pubescentes y una blancura astral:
Sor Lyrio dirigía, piadosa y resignada,
la "Sala de San Bruno" en un viejo hospital…
Su blanca mano suave, era solicitada
por todos los enfermos, para aliviar su mal...
porque Sor Lyrio era, como una iluminada,
que retrataba el cielo en su carita oval.
Su historia, era una historia de todos ignorada:
pero las malas lenguas corrian el rumor…
de que estaba entre monjas por cuitas de amor.
Sor Lyrio de esas cosas no dijo nunca nada;
pero amorosa historia tenía Ella guardada,
pues al oír los dichos, prendíase en rubor.


II

Y sucedió que un día -enfermo y macilento-
a la “Sala San Bruno” un buen poeta entró:
y era joven, tan dulce, lleno de sentimiento,
que a la santa Sor Lyrio el alma cautivó...
Después de algunos días tuvo el presentimiento
de algo inmotivado, que la ruborizó;
pero a pesar de todo, con cariñoso tiento,
como a ningún enfermo, Sor Lyrio lo cuidó.
Tan milagrosas fueron sus manos de alabastros;
tanto su santa boca a Dios lo encomendó,
que prodigiosamente el bardo mejoró.
Pero las malas lenguas, que siempre buscan rastros,
murmuran que Sor Lyrio, en una noche de astros,
por su piedad vencida, con el poeta huyó...


Anatema

Las monjas desde entonces, refiere el pecado
diciendo que el poeta era un endemoniado...
¡Embajador del Diablo! ¡Espíritu del mal!
Y agregan que Sor Lyrio se encuentra condenada...
¡Pero en la faz de todas surge una llamarada
si algún poeta enfermo penetra al hospital.

Porque algunas de sus pinturas parecen tangos brutales:


Carne viva

Es bella, es rubia, es turbadora, es alta:
Bebe champagne y fuma cigarrillos;
Y si del mórbido automóvil salta,
La pantorrilla ostenta y sus anillos.
Al hablar del amor, vibra y se exalta;
Cual si esgrimiera lúbricos cuchillos;
Y es su marido un hombre que resalta
Entre los viejos castos y sencillos…
Al casarse con él, era una llama,
Que encendida con vicios solitarios,
Hizo del goce turbulento drama…
Y, hoy van unidos: como dos calvarios:
Él un buey manso, que el placer no ama,
Y ella, a su diestra, sin amor ni ovarios…

Porque Buenos Aires lo mató (conmigo no pudo, antes me refugié en Misiones)
Porque no sé si tiene una tumba visitable.
Por todo eso yo, Francis Oliverio Recúpero, el último poeta maldito y único argentino, he tenido el honor de presentarles a un grande verdadero y olvidado: Claudio de Alas.

Referencias

http://francisoliveriorecupero.blogspot.com.es/2009/12/claudio-de-alas-la-verdadera-historia.html




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