En los cristales humedecidos de otoño
el vapor deja las huellas de sus besos
en la ventana clara donde jugábamos
a encontrar nuestros labios por el vidrio
Hoy su aliento diluido llora mis lágrimas
que bajan entristecidas por su ausencia
inesperado destino cruel que la arrebató
de mi lado y de mis brazos que se mueren
La veo multiplicada en los gajos de naranja
su fruta preferida y en las cáscaras mi pena
que las boto al tacho saturado y no doy más
y la acidez se aprieta en mi garganta
Y lloro amargamente cuando la vuelvo a ver
a través de los espejos quebrados de mi vida
de las ilusiones cautivadas en su candidez
cuando ella en mis ojos no se puede ver
Aun así la veo y nunca dejaré de verla
en su sonrisa suave de princesa inmortal
Y aunque pareciera que me hace daño
su recuerdo me alumbra y me hace pleno
Sí, me colma de estrellas y mariposas
de quietud amorosa y tierna confianza
para encontrarme un día en su pecho
y en su espíritu vaciar toda mi pena
Y amarla con todo el amor contenido
de todos los años que pasaré en su espera
porque sólo en sus candiles late mi corazón
y todas las ventanas me llevan a ella