Con el paso menudito,
una oración en los labios,
vas como llevada por el viento...
Asistiendo con el vino y el pan
a las almas que inquirían librar
sus pecados, de seguro fuiste
Purificando tu espíritu en un
absoluto acto de fe.
Nelly, con aromas a Santidad
impoluta en el ataúd, ceñida
en sacras vestiduras tu rostro
sólo deja ver una paz infinita.
No quedó el más mínimo rictus
del dolor que por una década,
solapadamente iba devastando
tus huesos.
En la hora de tu adiós, en mi
alma sentí que Dios es contigo.
Nelly, serena, etérea...
nacida de nuevo en la gracia
de Dios, desde el silencio de la
vida, haces sentir que la muerte,
es el descanso, que renueva
el camino cierto para la resurrección
en el espíritu.
Dominus Tecum, Nelly.
Requiescat in pace et lux perpetua
luceat tibi. Amiga.