Ella no es, lo sé;
quizá sólo se trata de la imagen sugerente de su estampa,
no es ella quien parece ser y de verdad no quisiera
cometer el error de llamarle por su nombre.
Ella no es, no es lo que era; no se parece siquiera
en las palabras que emanan de su ser y me aterra,
me atrapa; pienso que mejor sería si ella fuera ella;
sería más fácil, más siniestra, más perfecta, más catarsis,
sería la suerte que no las quiso una y otra precisas en ella.
Y ella no es, estoy seguro
es sólo un momento sumamente parecido,
es reto de Dios, lección de mi padre
cimbrando emociones, incitando al hombre,
es odio aparente por lo sencillo que es
que ella no es ella; es el infierno que fue
fuego de muerte que la piel quema
cuando las caricias de ella a la memoria vuelven.
Por supuesto no es ella; ella no es,
y alzando al cielo una risa entiendo
que se trata de algo que tiene sentido
procurando estar sereno, atado a la fe
al todo poderoso confieso no quiero;
ni en esta vida ni en otra
no será, que antes lo he dicho;
ella no es ella, tan claro, y punto,
sigo viviendo rodeando al recuerdo
con corazón y sentidos anclados al cielo,
al amigo pido no insista más,
no juegue con eso, lo sabe Él
por más que quisiera, no quiero a ella
ni casual, ni de vuelta, ni semejante;
no quiero a ella en mi camino de nuevo.