Carlos Agujac

Naranjos nocturnos

Agujac

Y en ese momento supo que su boca volvía a estar seca, que sus ojos eran de él nuevamente, que sus manos se volvían a convertir en manos, que su mente no volaba hacia ninguna parte. Pero por alguna extraña razón en su pecho no se escuchaba nada, su corazón no había vuelto, se había quedado con ella y no le reprochaba nada, tenia unas manos tan hermosas y tan cálidas, y era un lugar mejor que su pecho.

Noche indestructible

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