La nada pertenece a mi ternura.
Digo la luz y vienen mariposas.
Si yo supiera hacer alas hermosas
Se las pondría siempre a la locura.
Pero ¿qué vive aquí que no se cura?
¿Quién me lleva a mirar entre las rosas?
No estoy para mí misma: estoy en cosas
que vuelven su relámpago a la altura.
Quiero subir. No basta lo que puedo.
Inocentes canarios se han perdido.
Marco mi corazón con este dedo
para reconocerle desvestido.
La espuma se disuelve y tengo miedo,
porque adentro del alma sí hace ruido.