¡Ay, hermanos que tengo por el mundo,
ay, mi carne perdida en tres pedazos!
¿Dónde están esos rostros, esos brazos,
dónde están que en mí misma los confundo?
Aquí vivo con patria pero sola,
y no puedo olvidarlos simplemente
aunque sé que es más huérfano el ausente
de esta tierra de luz y caracola.
Ay, hermanos que huyeron de mis venas
y que siguen llagando con sus penas
tantas noches terribles de vigilia...
¡Cuántas veces invento vuestras almas
y me pongo a sembrarlas como palmas
para unir otra vez nuestra familia!...