ORACIÓN DE UN ANACORETA
Huí del mundo buscando tu presencia,
dejando de la carne el apetito,
para implorarte, a Ti, mi Dios bendito,
que le dieras valor a mi existencia.
Siempre de hinojos te imploré clemencia
con mi llorar, y el ánimo contrito,
rogándole a tu amor, que es infinito,
un poco de solaz a mi dolencia.
Mas no pude borrar de mi memoria,
de sílfides las formas excitantes
que me amarran al suelo y al pecado.
¡Que sin fe la virtud es ilusoria!.
Pues no pude jamás ahora ni antes
arrojar por la borda mi pasado.