CARTA
Cuando leas esta carta
sabrás que es para ti.
Sin dirección, sin nombre
sin fecha, sin firma te la mando,
y cuando la leas,
sabrás que es para ti:
los árboles, entonces, eran más verdes
y el aire suave y puro
como éramos los dos.
Tu risa en el balcón
era mariposa de luz,
hada madrina que con vara mágica
despertaba en mi alma niña
todo el amor.
Pasaba mil veces por tu casa
para decirte adiós,
sin presentir que me iba de ti
cada vez que pasaba.
Mi voz era grave
y la tuya melodiosa,
por eso los amigos se reían de los dos.
¿Te acuerdas?
Eran niñerías,
pero han quedado gravadas en mi alma
y no quieren sus anclas levar.
Para la fiesta de toros,
en la plaza central,
te vestías de amarillo,
y así, para siempre, has quedado en mi recuerdo,
con el mismo vestido,
con la misma sonrisa de hoyuelos,
con el mismo lunar.
Hace ya mucho, que ese tiempo pasó,
mas sigues como antes
en mi loco recuerdo de amarillo vestida.
¡Debo estar loco!
¡Que bien que así fuera¡Tal vez por eso nunca me quisiste.
Pero no te atreviste a desbaratar un sueño
que en el alma de un niño brotó.
El tiempo ha pasado con tanta premura
que no me ha dejado pensar
que hoy somos dos extraños,
que por más que queramos
hacer concurrir nuestros caminos,
multitudes de gentes,
detrás de nosotros
nos gritaran:
nunca, jamás.
Como nuca podremos juntar el futuro,
yo te invito niña, a vivir el pasado,
ha volvernos locos
y creer que vivimos
en aquel lugar de árboles verdes:
yo por tu balcón mil veces pasando
diciéndote adiós;
o tú en la plaza central,
de amarillo vestida,
en la fiesta de toros,
con sonrisa de hoyuelos
y el mismo lunar.