Jorge Luis Borges

Para la noche del 24 de diciembre de 1940, en Inglaterra

Que la antigua tiniebla se agrande de campañas,
Que de la porcelana cóncava mane el ponche,
Que los bélicos “crackers” retumben hasta el alba,
Que el incendio de un leño haga ilustre la noche.
 
Que el tempestuoso fuego, que agredió las ciudades
Sea esta noche una límpida fiesta para los hombres,
Que debajo del muérdago esté el beso. Que esté
La esperanza de tus espléndidos corazones.
 
Inglaterra. Que el tiempo de Dios restituya
La no sangrienta nieve, pura como el olvido,
La gran sombra de Dickens, la dicha que retumba.
 
Porque no hacen dos mil años que murió Cristo,
Porque los infortunios más largos son efímeros,
Porque los años pasan, pero el tiempo perdura.
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