(1816 - 1879)
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Yo, de niño, temía que el espejo me mostrara otra cara o una ciega máscara impersonal que ocultaría algo sin duda atroz. Temí asimismo que el silencioso tiempo del espej…
Cuántas cosas. Lucano que amoneda el verso y aquel otro la sentencia… La mezquita y el arco. La cadenci… del agua del Islam en la alameda. Los toros de la tarde. La bravía
Lejos del mar y de la hermosa guer… que así el amor lo que ha perdido… el bucanero ciego fatigaba los terrosos caminos de Inglaterra… Ladrado por los perros de las gran…
Tú cuya carne, hoy dispersión y po… pesó como la nuestra sobre la tier… tú cuyos ojos vieron el sol, esa f… tú que viniste no en el rígido aye… sino en el incesante presente,
Que la antigua tiniebla se agrande… Que de la porcelana cóncava mane e… Que los bélicos “crackers” retumbe… Que el incendio de un leño haga il… Que el tempestuoso fuego, que agre…
Sueño que el mar, el mar aquél, me… Y del sueño me salvan las campanas De Dios, que santifican las mañan… De estos íntimos campos de Inglat… Cinco años padecí mirando eternas
En aquel preciso momento el hombre… Qué no daría yo por la dicha de estar a tu lado en Islandia bajo el gran día inmóvil y de compartir el ahora
Dakar está en la encrucijada del s… El sol nos tapa el firmamento, el… He visto un jefe en cuya manta era… La mezquita cerca del biógrafo luc… La resolana aleja las chozas, el s…
Habré de levantar la vasta vida que aún ahora es tu espejo: cada mañana habré de reconstruirla… Desde que te alejaste, cuántos lugares se han tornado van…
Los ojos de tu carne ven el brillo Del insufrible sol, tu carne toca Polvo disperso o apretada roca; Él es la luz, lo negro y lo amaril… Es y los ve. Desde incesantes ojo…
El libro es de Olaus Magnus el te… que no abjuró de Roma cuando el N… profesó las doctrinas de John Wyc… de Hus y de Lutero. Desterrado del Septentrión, buscaba por las t…
Hasta la hora del ocaso amarillo cuántas veces habré mirado al poderoso tigre de Bengala ir y venir por el predestinado cam… detrás de los barrotes de hierro,
A.—Distraídos en razonar la inmortalidad, habíamos dejado que anocheciera sin encender la lámpara. No nos veíamos las caras. Con una indiferencia y una dulzura más convincentes que el f...
En Wisconsin o en Texas o en Alabama los chicos juegan a la guerra y los dos bandos son el Norte y el Sur. Yo sé (todos lo saben) que la derrota tiene una dignidad que la ruidosa victor...
La noche del catorce de marzo de 1939, en un departamento de la Zeltnergasse de Praga, Jaromir Hladík, autor de la inconclusa tragedia Los enemigos, de una Vindicación de la eternidad y...