Enrique Banchs

La urna: 98

Toma mi oro, pasajero, y tú,
no importa qué mujer, mi juventud.
Pues toda la riqueza más querida,
mi riqueza mejor, está perdida.
 
Y todo lo demás no importa nada:
igual cosa es la hoja marchitada.
Bellos ojos que amé no veré más;
sus ojos no me mirarán jamás.
 
¿Vivir? ¡qué pobre y miserable cosa!
¡Que se lleve quien quiera lo que soy:
nada es bello ni bueno desde hoy!
 
Ya no salen estrellas ni la rosa
florece, pues sus ojos he perdido.
¡Si ya no sé vivir!: ella se ha ido.
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