Lejos brillan abiertas las ventanas
como escudos de bronce que protegen
al hogar, y solemnes entretejen
lejos, sus dos lamentos dos campanas...
¿Aquí, por qué aquí mismo, aquí, he venido?
Vuelvo siempre lo mismo que un lucero.
Donde me despedí yo siempre espero,
y siempre espero donde la he perdido.
Los astros siembran la región serena
como encendidas flores de verbena...
Yo bebo de esta paz, bebo este olvido
Y me recojo el ser en una suave
resignación, que esto será quién sabe
lo que Dios ha querido...