Augusto E.

Demasiada vida tienen las cosas

I am sad when you pretend that you listen to me but your mind is peering away
I am sad when you walk by my side but i feel the coldness in the palm of your hand
I am sad when you say you love me with those red broken lips and ice cold eyes.
I am sad even when I smile to you because I know that, whenever I go with you, You'd prefere to be anywhere else.

Ella caminó frágilmente sobre el piso mojado del comedor mientras abarrotada de pensamientos se sumergía en el mosaico del suelo. Estaba cansada, fatigada de pensar y desconsolada por lo que había hecho. El abrazo frío del cuchillo comenzaba a calentar su sangre que corría sobre el salón hacia la cocina. Tomó un pañuelo mientras pensaba en lo desastroso que sería para su esposo esto. Temía de sí misma y le repugnaba la herida, estaba asqueada de su cuerpo, de la sangre abrasadora que recorría ahora los rincones de su casa. No pudo contener el llanto y todo se mezcló, la ira, la repulsión y su tristeza.
No soportaba la perpetuidad del momento, no podía soportar un segundo sabiendo que debía mirar a H. a lo directo a los ojos si todo fallase, esos ojos de culpa que le inundan a H. cuando piensa que no ha hecho algo bien, que dicen “me he equivocado de nuevo”.
¿Él se sentiría infeliz junto a ella, cada momento en su vida no sería otra cosa más que un sinfín de acciones lamentables y decisiones desafortunadas? No deseaba que H. caminara con la culpa en su espalda, ni que sintiera que debía estar junto a ella para evitar tales comportamientos nocivos. Estos eventos generan infelicidad-se dijo. Deseaba que él estuviera orgulloso de sí y de ella, no ser una interrupción de la vida que él se merecía. Él tan bueno. Tan él.
Ser ella significa no tener sentido, ser nada vista por los demás salvo una atadura. Quienes deberían emanciparse de ella como la sangre lo hacía con su cuerpo. El metabolismo tuvo sus implicancias en ella y comenzaba a sentir el gélido aire que inhalaba congelar cada pabellón de su frágil cuerpo y resecar los distintos rincones mientras su conciencia la abandonaba. Ya sin poder pensar, sin poder.

“A las horas de la madrugada, L. dejó este mundo. Sin escribir una carta, sin despedirse de nadie. Este último momento de su vida no representan todo lo que L. valoraba o mostraba en su rutina diaria, ella no dejaba una fiesta sin saludar a todos y siempre se quedaba a charlar si alguien necesitaba un poco de atención. La gente suele pensar que ella caminaba por rincones luminosos en su vida porque no deseaba que vieran lo oscuro de su interior, el ser destruido y feroz que esconde todo volcán dormido. Su decisión fue cual Pompeya un escenario atroz que quedará eternamente en la memoria de quiénes lo presenciamos.
Aunque L. necesitaba la atención que ella misma daba, deseaba que todos se despidieran porque no podía hacerlo por su cuenta. Juntar todo el valor para hacerlo fue admirado y lamentado por muchos en su entorno, quien sabe todo lo que ha pasado, la recordará quizás como aquel espíritu gigantesco enjaulado en el latido de un picaflor. El arcoiris que surge al final de la tormenta.
O con esa sonrisa pícara e inocente que ella regalaba a quien se sentaba a su lado. Como olvidarte, si en cada momento te siento a mi lado, querida L.”

Piaciuto o affrontato da...
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