Ya para qué
Te dibujo en el aire con mis manos.
Como cuando con los dedos te dibujaba los labios.
Y con los míos te plantaba un beso en la boca.
Te dibujo en deseo empobrecido y rezando “ya para qué”.
Ya para mí.
Aunque para mí, no estás más, al menos no aquí.
En el más allá aún departimos en una mesita bajo la sombra de añoranza, de los recuerdos que son el palo de mango que nos cubre.
Con los animalitos que nos debemos, y el casamiento tuyo que ya no es mío, solo tuyo.
El cobarde muere mil veces, es más interesante que el pretencioso valiente, es entonces por eso que la dibujo con mis manos en el aire cuando estoy en la más íntima oscuridad, porque usted, aunque ya no le recuerde bien, se me hace interesante.
