No hay locura sensata.
No hay despertar apaciguado.
No hay escarmiento en el letargo.
Ni existe en mi vientre un retazo
de tiempo exacto, amordazado.
De entre todas las maneras de vivir,
a mí me encanta esta locura.
Una entremezcla de colores e intensidad,
una amarga dulzura, con tintes ácidos.
Para que vivir en paz,
sí puedo alistarme en doscientas guerras.
Para que enemistarme con la verdad,
sí puedo anhelarla de mil maneras.
Salí de casa procurando mis razones,
todavía no he vuelto, pese a que si
he regresado. Es la belleza de lo eterno.
Es lo sublime en lo imposible.
Soy un yonqui de la intensidad,
transitando por este valle de calma.
Soy un mono recién llegado, temblando,
por la necesidad de tener que tomar decisiones