Me acordé de vos,
y te escribí una canción,
De versos suaves y notas atiempadas,
De olas y espuma,
de cenizas en la alfombra.
Me acordé de vos y nació la melodía que imaginaba en aquella ocasión,
cuanto te escuché cantar,
mientras con delicados trémolos detenías el momento.
Recordé tu sombra, tu cabello y tu genial expresión –a veces infantil–,
VI tus dedos bailando al recorrer mi guitarra.
Vi tus ojos atrapados en los míos, llenos de duda e ilusión.
Y recordé tu silencio y tu adiós,
Extrañé tu risa y tu mirada, vi soledad y resignación.
Finalmente, descubrí que querías escuchar mi voz y corear al viento el galopar del sol,
Romper el tiempo y renacer sin rencor.
Y despertar de un sueño que queremos siempre continuar, ir por todo, más allá.
Y mirando al cielo, sentado junto al mar,
Recordé los días felices que están por llegar.