Puede que me vuelva loco,
puede que se cierren mis ojos
y olvide el sabor de la luz.
Puede que pierda toda esperanza
y que no sepa si es de día o si el sol descansa,
Pero me reuso a una vida sin tu recuerdo!
Pues; de qué me sirve estar cuerdo
si no recuerdo tus locuras,
y todas nuestras travesuras?
La inocencia en los abrazos,
las miradas infantiles,
cuando entrelazamos los brazos
y nuestras conversaciones juveniles...
Por eso quiero que nuestros días ceniles sean para evocar memomias,
recordar antigüas glorias
y añorar los años que en un parpadeo se acumularon
mientras ni las hojas del calendario, ni las agujas del reloj lograron
separar nuestros caminos.
Y así al despedirnos,
nos saludaremos en mejor vida
con mil historias que contar,
para amarnos en la eternidad...