El vulgo comúnmente se aficiona
a la que sabe que es doncella y moza,
porque ansí le parece al que la goza
que le coge la flor de su persona.
Yo, para mí, más quiero una matrona
que con mil arteficios se remoza,
y, por gozar de aquel que la retoza,
una hora de la noche no perdona.
La doncella no hace de su parte,
cuando la gozan, cosa que apreche,
ni se menea, ni da dulces besos.
Mas la otra lo hace de tal arte,
y amores os dirá, que en miel y leche
convierte las médulas de los huesos.