Fiel compañero de mi alma
que de amor me vistes
para danzar contigo
desde la esperanza.
Has caminado conmigo
por los estrechos caminos,
por las sombras, por los valles,
en las noches de desvelo,
de tristezas o alegrías.
Sólo sabes tú mis penas,
mis verdades y sentires...
De verdad en tí he confiado hasta
mis más locos sueños,
y has vertido conmigo
con fuerte fervor,
mis lágrimas de pena.
...y en olvido muchas veces
ya no quise mas ni verte,
pero agotada mi alma suplicando por tu ausencia,
ciega en furia y desconsolado llanto,
hizo trepar mi orgullo hasta la cruel montaña,
para encontrarte listo a recibir mi abrazo y
así mas nunca separarnos.
Mi corazón no canta con su firme latido,
si no te tengo entre mis brazos,
pues tu pecho firme cautiva los aromas,
con las musicales notas
que tu pasión me arranca.
Y en un abrazo fuerte deleito nuevamente,
ese sentir que brota al vibrar las cuerdas
de ese loco amor que danza en tu pecho firme,
en tu alma ardiente, que abre cada poro,
que llega hasta los huesos...
Gracias padre mío, por anclar un día
este bello tesoro de madera y crines,
que salvan hoy mi vida, de morir sin rumbo,
de no sentir nada.
Gracias padre mío, por iluminar con tu recuerdo
cada vez mi día, con el violín que ha sido,
toda mi entera vida.