No sobre el campo del honor caído,
ni de banderas bélicas cubierto
dejó a ese cuerpo ensangrentado y yerto
su espíritu inmortal nunca rendido.
Del lauro ya del vencedor ceñido
la ambición y el rencor, en vil concierto
con golpe aleve le postraron muerto,
la desgracia infamando del vencido.
Mas la mano del bárbaro homicida,
nuevo triunfo a los triunfos eslabona
con que ilustró su generosa vida.
¡Qué llora el mundo su fatal partida,
y brilla más que la imperial corona
la noble sangre de su frente herida!