#SigloXX #Venezolanos
Y ahora, vuelvo los ojos hacia la síntesis del Canto, hacia la barca del Pretérito, de parda vela y el bauprés sangrad… tu propia barca, donde tú venías,
Dios submarino, Dios lacustre, Di… uno en el tritón y en la garza y en la dulce corbeta y el áspero… Dios del agua, Señor de la Casa d… Dios Marinero.
Ciudadano venezolano, Casiquiare es la mano abierta del… y el Orinoco es el alma de Venezu… que le da al que no pide el agua q… y al que venga a pedirle, el agua…
La Parima es el sueño faraónico y la piedra de Moisés, el panal negro de la Hermana, que el Hermano Francisco no vino… Catedral del misterio, Sierra del…
Siempre es el mar donde mejor se q… fue siempre el mar donde mejor te… al amor, como al mar, no hay quien… ni al mar, como al amor, quien lo… No hay quien como la mar familiari…
Ya rindió una jornada la fiebre de… y aún están los leones de mi numen… los músculos alertas para nuevos z… y firmes los pulmones para nuevos…
Tránsito de un retrato de novia Hoy no ha podido el techo quítame el sol, como todos los día… hoy no ha podido el techo quítame las estrellas, como todas…
En la esquina de Miracielos agoniza la tradición. ¿Qué mano avara cortaría el limonero del Señor...? Miracielos; casuchas nuevas,
Madre: esta noche se nos muere un… En esta ciudad grande, todos están… zambombas, serenatas, gritos, ¡ah,… claro, como todos tienen su madre… ¡Yo estoy tan solo, madre,
Al hombre mozo que te habló de amo… dijiste ayer, Florinda, que volvie… porque en las manos te sobraban fl… para reírte de la Primavera. Llegó el Otoño: cama y cobertores
La prueba, oh mi fuerte Orinoco, te filtró to… Tú mismo, desordenado, pródigo,
Madre, si me matan, que no venga el hombre de las sill… que no vengan todos a pasar la noc… rumiando pesares, mientras tú me l… que no esté la sala con los cuatro…
Murió de nuevo un día... yo la ama… mas sin remedio se murió ese día..… —¡Vuelve, Rabino, vuelve!...– yo… pero el Rabino rubio no volvía. Pasó la niña veinte siglos muerta,
¡Ah mundo! La negra Juana, ¡la mano que le pasó! Se le murió su negrito, sí, señor. —Ay, compadrito del alma,
Cuando tú te quedes muda, cuando yo me quede ciego, nos quedarán las manos y el silencio. Cuando tú te pongas vieja,