The intruder, by Andrew Wyeth
Ana Victoria Arnulphi

Gualicho

Hay olor a quemado
y río salado
lindando la casa.
 
Amasé en la cocina
un gualicho.
Mezclé:
de obsidiana una miel y de albahaca hojas secas.
 
Ayer prohibieron las flores
en el patio solo quedan
algunas chalas muertas
y escucho maullar
un hambre doloroso.
 
Hoy descanso sobre un colchón
de pezones mordidos
perlas
y polvo.
 
Y desde mi casa te miro
desde mi orden te advierto:
hay aires de brujería,
el desasosiego no gobierna los poderes
y el gualicho trajo a casa
un espíritu con olor a monte.
 
Buscaba el olor a quemado
y el río salado
solo trajo consigo
otro florecer.

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