Bendita sea tu pureza,
y eternamente sea vivificada
desde el sufrimiento del mundo,
desde la grandeza, desde el amor del mundo,
desde toda criatura y sus voces.
Te hundes en la desdicha para cribar fulgores;
en las llagas incurables de la vida,
en sus ebrios vaivenes y su milagro
para tocar la gracia y la belleza.
Como baile que engarza en sus figuras
vértigo y consonancia, así eres.
Como lirio entre las alambradas,
como el musgo surgido entre el deshielo,
como un loto purísimo en la ciénaga,
así eres, así te concebimos.
Como un diamante único tallado
por el terco accidente del dolor.
Como preciosa perla.