Tú eras la sola verdad de mi vida,
el resto, ¿qué es?
Humo... palabras, palabras, palabras...
¡mientras la tumba me hace enmudecer!
Tú eras la mano cordial y segura
que siempre estreché
con sentimiento de plena confianza
en tu celeste lealtad de mujer.
Tú eras el pecho donde mi cabeza
se reposó bien,
oyendo el firme latir de la entraña
que noblemente mía sólo fue.
Tú lo eras todo: ley, verdad y vida...
El resto, ¿qué es?