Alma Mojica

Despojándome del Miedo y el Ego

¿De qué me sirve temer si al final pierdo más vida quedándome inmóvil que dando saltos de fe?
¿De qué me sirve anhelar logros y reconocimientos si, en última instancia, lo único valioso es la sinceridad de mi corazón?
¿De qué me sirve acumular tesoros y vestidos si solo terminan siendo una máscara para encubrir el vacío interior?

De nada me sirve temerle al mundo cuando fui creada por Aquel que lo formó. De nada me sirve aferrarme a las cosas de este mundo si, al final, mi alma vino a experimentar sanación y salvación.

En un mundo fragmentado por el deseo y el ego, nos cuesta priorizar lo que realmente nos libera. Preferimos herir antes que asumir la responsabilidad de nuestros actos. Preferimos huir antes que enfrentar lo que nos atormenta. Es más fácil señalar a los demás, es más fácil perseguir lo material que buscar lo espiritual.

Quiero amar y ser amada, pero siempre bajo condiciones, no desde la trascendencia del alma.
Quiero abundancia, pero la busco en los logros y lo material, no en la creación misma del universo.
Quiero felicidad, pero la condiciono a mis ideales, sin encontrarla en la simplicidad del día a día.
Quiero ser agradecida, pero solo cuando la vida se ajusta a mis deseos, no por el simple hecho de haber sido creada.
Quiero aprender, pero rechazo el sufrimiento porque no quiero disciplina.
Quiero sabiduría, pero me resisto a aceptar que no lo sé todo.
Quiero experimentar la gracia y grandeza de Dios, pero no acepto mi propia imperfección.

Estamos atrapados en el ego y el estancamiento, olvidando que somos almas en busca de redención. ¿Qué requiere la salvación? Desnudarnos. Despojarnos de las capas que nos identifican, pero que a la vez nos limitan.

Me quito la capa de creer que mi valor está definido por el mundo.
Me quito la capa de pensar que el amor se merece en vez de entregarse.
Me quito la capa de fingir que lo sé todo y que he encontrado las respuestas.
Me quito la capa de actuar desde mis heridas.

Nada se gana, nada se pierde... Solo somos almas en busca de salvación. Pero recuerda: el mismo mundo que te ha hundido jamás podrá salvarte.

—Alma Mojica

Otras obras de Alma Mojica...



Arriba