No sabes lo seguro y libre que mi ser estará
al poder escuchar de tu boca
que quieres pasar el resto de los días
junto a mí.
Y que me pidieras que te acompañe al Río Charles
a deslizarnos en el hielo
a descifrar las constelaciones
que no conocemos.
Que me invitaras a tu picnic nocturno
y a quedarme en tu casa
o que me dijeras que te llame al llegar
a la mía.
Y que anotes el número de los días
que quieres vivir a mi lado en mi mano
justo antes de gritarme por la ventana
que cuando te llame te desee
o nos deseemos un feliz día
de San Valentín.
Y yo obvio al llegar a casa
un poco ansioso, te llamaría para
escuchar de tu boca un
¿Por qué tardaste tanto?
Y al decirte: acabo de llegar,
vuelvas y preguntes si te extrañé
para después terminar los dos concluyendo
que estamos casados: que somos rehenes del destino.