Bendito Dios por la cerveza honesta
Por la espuma rubicunda que desborda el vaso
Por la jocundia en su entorno, por el amor de los amigos
Por la estentórea risa y el espontáneo abrazo.
Bendito Dios por la siguiente ronda
que diferencia al sediento del sibarita enamorado
el primero desespera aferrado a su manija
mientras que el otro aprecia el lúpulo amargo.
Bendito Dios por el fin de la jornada,
la del comercio justo y la pesca honrada,
la que a pesar de dura deja regusto a miel
la que nos obliga a reconocer asombrada
que Aquel que separa el Ser de la Nada
nos demuestra de nuevo que todo lo hizo bien.