Los campos del imaginario
son estelas calientes que trazan cuerdas que no se acaban
libres, finas, milagrosas;
los huecos de la nada saltan y saltan
se deslizan en discontinuidad
las grietas en el lienzo eterno
se han hecho de olvido
de inevitable olvido que no difiere
¡Vorágine impenetrable es este basto mundo!
Misterioso, pendenciero, mudable y oscilante
el estado anímico, renombrado cerebral
el libre albedrío, seudónimo del yugo
estamos de pie sobre montañas
cuyos corpúsculos minerales son solo errores de lenguaje