Tarde fue tu cuerpo,
el beso, el prólogo, el amar amarnos,
el sostener tus manos en la serranía,
en las espigas que escapan de mí,
a través de tu boca, de tus senos;
de tus ojos/ de tu alma o rencor/.
Tu voz que entretejía un horizonte,
para descansar, con la piel en los labios,
el ansía, la llovizna de octubre,
de esperar lejos de las muertes,
tu querer/ la fila de saetas pálidas
en donde tu sangre deshace mis venas/.
Las horas, para tus horas; la sierpe
en el albor de mi pecho,
el ensueño, el amor, el olor a luna de tus cabellos,
tú, tarde, como tu cuerpo, en reposo,
te amo, de esperanzas, duelo y de mirarnos,
mirarnos, con la lejanía del olvido.