No sé dónde ni cuándo me iré
realmente no lo sabe nadie
ni los que rezan todos los días
al despertar.
Tal vez alguien me recuerde
cuando lea alguno de mis poemas
o cuando escuche una canción azul.
Poco quedará a la hora de mi partida
aparte de mi nombre
que se perderá en el tiempo
un cuaderno de notas
o una tarjeta de crédito
con un saldo pendiente.
Cuando me vaya
quedará también mi epitafio
en una blanca lápida.
Yolanda Mar S.