Yinier Hinestroza

LA INTRUSA

Una mujer que derroto mi soledad

Amor, la noche estaba trágica y sollozante cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura; luego, la puerta abierta sobre la sombra helante, tú forma fue una mancha de luz y de blancura.
Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante, bebieron en mi copa tus labios de frescura, y descanso en mí almohada tu cabeza fragante; me encantó tu descaro y adoré tu locura.
Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas, y si tú duermes duermo ¡como un perro a tus plantas!
Hoy llevo hasta en mi sombra tu aroma a primavera; y tiemblo si tu mano toca la cerradura, y bendigo la noche sollozante y oscura que floreció en mi vida tu boca temprana.
 
Continuara...

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