Nunca nos atrebemos a desafiar el destino, nos comforma despertar cada mañana y saber que aún estamos vivos.
Comenzamos el día repasando la agenda de la vida, como si en ella encontraramos las repuestas de nuestros días, y nada es como hoy, ni hoy es como ayer y aunque día a día decidímos cambiar la rutina para que todo sea diferente, el tiempo es nuestro presente para seguir viviendo, y ese, no se detiene.
Aveces nos ponemos a pensar que haremos mañana, cuando aún no a acabado el día, nos preocupan las exigencias que nos enfrenta a la vida, si tenemos para comer o si tenemos para vestir, y cuando logramos vencer los temores de nuestro subconciente, nos sastiface el logro que hemos conseguido, como si por ello, se manifestara nuestra existencia.
Cuanta ironía que nos consuela, a la que nos aferramos, lo que nos hace creer en las esperanzas de continuar sin miedos, y dejamos a un lado el sentimiento más puro que nos alimenta, que nos abriga, que nos hace eterno en los recuerdos, aún que asi te digan que no ahy un lugar en el cielo para tí.
Una vida para amar, fue siempre mi motivo de vivir, y las sircunstancias es la razón por la cual mi vida vuelve a tener sentido, ámo lo vivido, creo en el amor, y sobre todas las cosas buenas o malas de la vida, mi corazón aún late por ella.