Yo no sé por qué mi Dios le regala con largueza sombrero con tanta cinta a quien no tiene cabeza. Adónde va el buey que no are,

En un carro de olvido, antes del aclarar, de una estación del tiempo, decidido a rodar, Run—Run se fue pa’l norte,

Los amores del sacristán son dulces como la miel, amor que no se deseda no puedo, vida, vivir con él.

Volver a los diecisiete después de vivir un siglo es como descifrar signos sin ser sabio competente, volver a ser de repente

Anoto en mi triste diario: «Restaurán El Tordo Azul». Allí conocí a un gandul de profesión ferroviario. Me jura por el rosario

Atención, mozos solteros, lo que les voy a explicar: no porque tengan dinero digan “me quiero casar”. No digan “voy a gozar”

Quisiera tener cien pesos pa´ buscarme un amorcito, porque de balde no hay caso que me quieran un poquito. Quién tuviera, señores,

Qué te traé por aquí eso habrís de contestar, si me pensai engañar, yo habré de engañarte a ti. Andate con claridad

La mujer que yo más quiero en la sangre tiene hiel, me deja sin su plumaje sabiendo que va a llover, sabiendo que va a llover.

Maldigo del alto cielo la estrella con su reflejo, maldigo los azulejos destellos del arroyuelo, maldigo del bajo suelo

Arauco tiene una pena Que no la puedo callar, Son injusticias de siglos Que todos ven aplicar, Nadie le ha puesto remedio

Qué pena siente el alma cuando la suerte impía se opone a los deseos que anhela el corazón. Qué amargas son las horas

Cuando te vais a casar mándame a avisar con tiempo para hacer dos fiestas juntas, mi muerte y tu casamiento. Cuando te vais a casar

Para olvidarme de ti Voy a cultivar la tierra, En ella espero encontrar Remedio para mis penas. Aquí plantaré el rosal

Miren cómo nos hablan de libertad cuando de ella nos privan en realidad. Miren cómo pregonan