Tiempo deshabitado
El viento hila su costura en los pliegues de la tarde,
una luz difusa cae sobre el tejado de los días
como si el mundo olvidara sus contornos.
Camino entre muros gastados,
las huellas de otros pies se pierden
en la memoria de la piedra.
Al fondo, un silencio de agua suspendida,
una brisa que no es brisa sino un eco,
la nostalgia de un mar
que nunca tocó esta orilla.
Las sombras avanzan despacio,
dibujan en los muros rostros
de nadie,
siluetas que el tiempo deshabita
sin pronunciar su nombre.
Este poema juega con la idea del tiempo como un espacio que se vacía, las imágenes del viento, la piedra y la sombra crean un ambiente de fugacidad y pérdida.
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