Vicky Fernandez

SOL-A-EDAD

 
Todo lo que no seríamos y fue,
todo lo que seríamos y no fue
vino del placer que dejó tu huella:
soledad.
 
La soledad que ahora me invade en cada almohada,
toda una soledad que siempre quise saber tener,
en la que incluso llegué a creer,
y que jamás pensé
que haría caer a mi reina.
 
Y ahora estoy aquí,
escribiéndote,
o escribiéndome,
o escribiéndoos,
que no solo he perdido contra ella,
sino que he perdido contra mí.
 
He perdido la presumida voluntad,
las famosas raíces de titán
que califican a la mujer que quiero ser,
mi fuerza descosida en un simple roto,
toda la valentía en la que me solía crecer,
y toda la diferencia con la que invadía al resto.
 
Pensaba que había aprendido,
y no solo eso,
creí haber sentido mi propio Big-Bang,
algo maravilloso
—te juro—
había resonado en mí
dejando caer
que estaba superado.
 
—parece que lo único que se escuchó...
 
 
                                                                    ...era mi propio goteo–
 
Todo lo que quise ser conmigo,
—porque nunca sería contigo—
ahora no solo me duele,
si no que me arranca cada trocito de un avance,
me tira las metas a cualquier destino,
y me martirizo pensando que no lo logré,
porque me educaron en la expectativa
y no en la oportunidad.
—odio el protocolo motivacional—.
 
Todo lo que me juré ser y no fui,
todo lo que quisieron,
y quisiste
y quieren
y quieres de mí,
¿sabes por qué no está conmigo?
porque solo estaba en vosotros.
 
Por eso ahora nado cada día en un mar de desengaños,
me permito el lujo de tomar el daño,
de coger del brazo a la tristeza,
y decirle que me lleve donde sea,
pero que me quiera,
que me cuide,
que,
aunque entre lágrimas me ayude a quererme,
porque ya me he cansado de esperar,
tengo un corazón a punto de frenar
y aquí el único combustible
eres
t
ú

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