Toti Draco

Ella, mi flor más bella

Yo te quité el disfraz de la rutina, de aquella de inseguridades nefastas para tu alma de mujer.
Yo te arranqué de tu autocompasión y te quité de los avatares de tu fe y de tus noches, tu vigilia, tu adicción a las pastillas y del paupérrimo nivel de tu autoestima.
Yo te abarajé antes de saltar más de una vez al vacío momentáneo desafío del derroche de tu sexo.
Yo te encontré en el relamiéndote el alcohol y te salvé de otra caída de rodillas de tu soledad tan triste, de ese café sin compañía de tu tos tan contagiosa y todas tus porquerías.
Yo te rescaté de tus vicios, de inmolarte la cabeza perdida de tristeza y junté cada trozo de cristal del piso y juntos lo pegamos y lo volvimos a su sitio.
Pero no me pude salvar de tus balas de mentiras, tu riestra de engaños y sinsabores con dejo de dolores. Soy tu salvador de poca monta. ¡Vamos, tírame un centro!, aunque sea un salvavidas, ya que para este amor, soy un verdadero suicida.
Como en el tango yo te di un hogar, te anticipé antes de llorar y desde entonces cada beso, cada caricia y cada gesto de tu parte, son falacias. Y como un pañuelo de papel usado me arrojaste al piso, me noqueaste y sólo en el ring de la vida, como perro sarnoso en un rincón baleado, tiritando de frío, dando lástima ajena me dejaste.
Te di todo y nunca te pedí nada a cambio. Ahora solo quiero que me mires... será la última vez.

Otras obras de Toti Draco...



Arriba