El poeta ya no quiere escribir,
se escabullé, no quiere estar en sí.
Planea todo olvidar.
Escapar sin mirar atrás,
dejar la jaula abandonada
y sin suspirar, de su hogar
marchar.
El poeta tiene miedo,
no comprende cual es su camino
o su destino, o su deseo
y no quiere estar perdido
ni librar el llanto
que tiene escondido,
no quiere permanecer en el olvido,
desea estar vivo
o morir siendo reconocido.
El poeta ya descansa,
en su morada, las nubes,
consagra su vida a la nada.
Ya no hay temor o dolor.
Y aún que extrañe
ese verde florecer
y se planteé volver
sabe por su bien
que su deber es
perecer.