Sutter Ridgewood

La insistencia

¿A dónde vas?
Ten mi alma,
te la estoy obsequiando.
Doblame como a una hoja,
hazlo de inmediato.
¿Por qué esa duda?
No habrás de romperme.
De cáñamo y de estrella y de latido,
estoy hecho de lo antiguo.
La forja del origen me hizo añicos,
y luego me reunió pedazo por pedazo.
 
 
 
¿A dónde vas?
Hazme tu esclavo.
Puedes atarme a la noche,
al hilo de plata que la divide,
su mismo brazo colgante.
No llevo alma bajo esta ropa de polvo,
mírame y comprenderás el otoño.
Soy una piedra,
un perro dormido,
una carta echada al buzón
una mañana de un viernes.
Llegaré un día de estos,
no llegaré nunca.
 
 
 
¿A dónde vas?
Te hago entrega de mi destino.
Lo tendrás entre las manos
y vas a cantarme el ocaso,
el inicio y el origen
de todas las canciones.
Escucharé en silencio,
seré paciente como la llovizna.
¿A dónde vas?
No he dicho que puedes irte.
Quédate un segundo eterno
que no sirva para nada,
puedes malgastar mi tiempo,
dejando que tu alma
me desgaste el pecho.
Preferido o celebrado por...
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