Caminaba muy seguro cuando no sabía andar,
lloraba de alegría cuando estaba solo.
Pues nunca se sentía solo.
Se columpiaba en las manecillas del reloj
y le hacían gracia las pesadillas.
En el cementerio daba conciertos.
Nunca se enfermaba porque nunca se exponía
solo conocía una vida y eso le bastaba.