El coro de sopranos pintarrajeados entona tu loa: “Te comiste un Zohar te comiste un Corán.” Y de tu mano de azogue

La transparente luz del mediodía filtraba por los bordes paralelos de la ventana, y el contorno de lo… frutos –o el de tu piel– resplande… El sopor de la siesta: lejanía

Se esforzaba. Su jadeo ante el jardín clausurado era el de un ciervo asustado. La furia –más que el deseo– de penetrar, era el reo

La menta y las alhajas funerarias,… los últimos children pets. Combate… la música del río respirante, arra… de las grúas mohosas el estrépito… van creciendo entre cacharros y la…

El rumor de las máquinas crecía en la sala contigua: ya mi espera de un adjetivo –o de tu cuerpo– no… más que un intento de acortar el d… La noche que llegaba y precedía

El mar con destructora música invo… la ciudad que la luz redescubre ju… El ave gritando toscamente hacia u… Todo su amplia vigilia lo gobierna… sus palabras invoco– menos el agua…

La letra con sangre entra como el amor. Mas no dura en el cuerpo la escritura, ni con esa herida encuentra paz el amante. Se adentra

Poco interés presentan estas cosas para un Concilio, que otras más ur… —la talla de los ángeles, las fuen… del Edén–, y sin duda, más valiosa… apremian sin cesar. Insisto empero

¿Qué se hicieron los cantantes, los reyes, los Matamoros de dril nevado y los oros de las barajas de antes? ¿Quién las tardes del Cervantes

Renuncia a tu cuidado, bien lo sé:… ese dolor que tu embestida aqueja, en alivio y placer muda la queja, más sosegada cuanto más penetras. Cerveza transmutada o sidra añeja,

El émbolo brillante y engrasado embiste jubiloso la ranura y derrama su blanca quemadura más abrasante cuanto más pausado. Un testigo fugaz y disfrazado